EL ÁNIMA DE SAYULA
Teófilo Pedroza
En un caserón ruinoso
De Sayula en el lugar,
Vive Apolonio Aguilar
Trapero de profesión.
Hace tiempo que padece
Hambre voraz y canina
Y por eso está que trina
Contra su suerte fatal.
No es borracho, ni juega
Sólo comer es su vicio
Pero anda mal del oficio
Ni para comer le dá.
Cuatro tablas, dos petates
Un bacín roto de barro;
Cuatro cazuelas y un jarro
Son de su casa el ajuar.
Su mujer y sus hijuelos
Macilentos y hambrientos
Con semblantes extraviados
Piden pan con triste voz.
Pan allí ni por asomo,
Hambre sí, disgustos mil
En aquel chiribitil,1
A pasto2
y a discreción.
Llanto sólo de miseria
Que goteando noche y día
Apagó dejando fría
La ceniza del hogar.
Por eso el trapero esconde
Entre sus manos la cara;
Maldice su suerte avara
Que le causa aquel dolor
Y fijando en su consorte
Su penetrante mirada
Con voz grave y levantada,
De esta manera le habló:
Es preciso que ya cese
Esta situación terrible;
Vivir así no es posible,
Harto estoy de padecer.
Me ocurre feliz idea,
Que desde luego te explico:
Esta noche me hago rico
O perezco en la funcion.
Escucha y no me repliques:
Mi suerte esta decidida,
El porvenir de mi vida
Depende de esta ocasión
Tu sabes que en esta tierra
Entre la gente de seso
Se cuenta cierto suceso
Que ha causado sensación.
Se dice, pues, que de noche
Al sonar las doce en punto
Sale a penar un difunto
Por las puertas del Panteón.
Que las gentes que lo ven
Huyen a carrera abierta
Y todos cierran la puerta
Encomendándose a Dios.
Que por fin un desalmado
Se encaró ya con el muerto;
Mas de terror quedó yerto,
Patitieso y sin hablar.
Esto lo aseguran todos
Y mi compadre José,
Me ha jurado por su fe
Que también al muerto vio.
Y me asegura que el muerto
Tiene la plata enterrada
Y busca gente templada
Con quien poderse arreglar.
Pues bien, me siento con bríos
Para hablarle al mismo diablo,
A ese muerto yo le hablo
Aunque me muera después.
“¡Por Dios! Apolonio, dijo,
Su mujer muy afligida:
No juegues así la vida
Deja a los muertos en paz.”
“No mujer, no retrocedo,
Es una cosa resuelta;
Si pronto no doy la vuelta
Preparas mi funeral”.
Dijo y con paso veloz
Pálido como un difunto,
Salió de casa al punto,
Camino para el Panteón.
Envuelto en tinieblas yace,
De Sayula el caserío
Y un aspecto muy sombrío
Allí reina por doquier.
No se oye voz humana
Ni el mas ligero ruido,
Sólo lejos el aullido
Pavoroso de algún can.
Algún pájaro que cruza
En las tinieblas perdido
Lanza fúnebre graznido
Al ir de su nido en pos.
Y al extinguirse perdido
Que al corazón pone susto,
Canta el tecolote adusto
En el ruinoso torreón.
Negro toldo cubre el cielo,
Y al soplo del viento frío
Gimen los sauces del río
Con quejumbroso rumor.
Lúgubre la noche está
Y en su fondo pavoroso
Brota a veces luminoso
Un relámpago fugaz.
La silueta del trapero
Que a la ventura de Dios,
Va de la fortuna en pos
Hasta vencer o morir.
Mas a medida que avanza
Su valor se debilita
Y es dueño de honda cuita
Su angustiado corazón.
Avanza pies presuroso
Aquel hombre de faz yerta
Y al fin se mira en la puerta
Del tenebroso panteón.
Allí con mortal congoja,
La hora fatal aguarda;
Hora que tal vez no tarda
En sonar en el reloj.
Por fin de repente suenan
Doce lentas campanadas,
Cuyas notas compasadas,
Vibran con sordo rumor.
Notas lentas y solemnes
Cuyo sonido retumba
Como el eco de una tumba
Con quejumbroso rumor.
Por fin a esperar se pone
Y sin gran dilación
Las puertas de aquel panteón
Se abren de par en par.
Cruza el dintel el fantasma
Mudo, rígido y sombrío
Como el sepulcro frío
Y horrible aborto de horror.
Lleva cubierta la faz
Con negro y tupido velo
Y arrastrando por el suelo,
Lleva también el sudario.
Aguilar, de espanto yerto
Y erizado su cabello,
Con agitado resuello
Corre tras de la visión.
Y haciendo un supremo esfuerzo
Cual si jugara la vida
Con voz despavorida
De esta manera le habló:
De parte de Dios te pido
Me digas cómo te llamas,
Si penas entre las llamas
O vives aquí entre nos
¿Qué buscas por estos sitios
Donde a los vivos espantas?
Si tienes talegas3
¿cuántas
Me podrías proporcionar?
Me llamo Perico Zúrrez,
Dijo el fantasma en secreto,
Fui en la tierra buen sujeto,
Muy puto mientras viví.
Ando ahora penando aquí
En busca de algún profano
Que con la fuerza del ano
Me arremangue el mirasol.4
Las talegas5
que tú buscas
Aquí te las traigo colgando,
Ya te las iré arrimando
A las puertas del fogón.
Y al escucharlo Apolonio,
Lleva la mano al cuchillo
Sin olvidar el fundillo6
Que siempre cuidando está.
Al momento huye el fantasma
Tan rápido como el viento
Tras la tapia del convento
Y allí desapareció.
Yo no sé lo que me pasa,
Pues ignoro con quien hablo:
Este cabrón es el diablo
O mi compadre José.
Lleno de sorpresa quedó
El pobrecito trapero
Y echado al suelo el sombrero,
El infeliz exclamó:
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